viernes, 8 de junio de 2012

Pasajeros de un mismo destino

El espacio comenzaba a convertirse en oro. Los rostros se multiplicaban con el correr de los segundos, variando constantemente la cantidad de ciudadanos. Algunas ventanas se mantenían cerradas a pesar del discontinuo esfuerzo por abrirlas. Me encontraba en una esquina, logrando un punto de vista completo de aquel extraño mundo. El gris del cielo acompañaba ese silencio que casi siempre se vivía en el aire. La capacidad era quizás entre 70 u 80 habitantes como máximo. Nunca se conocía con exactitud ya que el movimiento nunca cesaba. Unos se iban, otros llegaban. Algunos volverían a este mismo mundo al día siguiente, otros solo estaban de paso. Aquel valioso silencio que se cotiza tanto y no existe en nuestro mundo natural  (muchas veces repleto de palabras sin sentido), a veces se ve amenazado durante unos instantes cuando un ciudadano decide escuchar su música sin tener en cuenta el gusto de los actuales residentes en esos momentos. Otros prefieren respetar a los demás habitantes y se animan a viajar incluso a otro mundo más lejano con sus auriculares. No se suelen ver sonrisas, sino rostros de pocas expresiones, atentos a cualquier cambio de posición en el espacio físico. Claro que como todo mundo, algunos tienen más privilegios que otros y pasan su estadía de forma más cómoda. 
Quizás uno los de los factores más valiosos de tener la posibilidad de ingresar a este mundo, es la ausencia de prejuicios durante el escaso tiempo donde se cruzan los caminos. La entrada se presenta en puntos estratégicos de nuestro mundo original y la salida se reduce a presionar un simple botón para advertir el final de la estadía. No es un detalle menor, el hecho de que todos los días, para acceder a este mundo se debe pagar el derecho de pertenecer a él. 
No hay hospitales o estaciones de policía, ya que el espacio es muy limitado para construirlas. Por tal motivo, a veces hacen su aparición participantes de aquellos lugares solo en situaciones en las que son requeridos. El destino de todos los ciudadanos está en manos del presidente, quien tiene la misión y difícil tarea de controlar el movimiento del mundo. Es un sistema político donde no se elije al candidato, sino que es puesto por habitantes del mundo original. Uno de los mayores peligros es la posible colisión con un mundo similar o hasta con un mundo unipersonal, mucho más pequeño. Otra de las principales actividades es la lectura de algún libro por deseo, tema de estudio o diario. O la actividad más sencilla y a su vez compleja, que muchos eligen: observar desde su lugar en el mundo actual como era el exterior. 
Noté que mi tiempo en este extraño mundo paralelo que visitaba todos los días estaba llegando a su fin. Mis ojos recorrieron  los rostros de los actuales habitantes, sabiendo que a muchos de ellos volvería a verlos en algunas horas. Mi movimiento hasta acceder al botón de la salida, provocó una reacción en cadena y cambios en las posiciones: el espacio ya había sido ocupado por otro habitante en cuestión de segundos. La puerta se abrió y me enfrenté al mundo original de todos los días, donde hasta el clima ya era diferente. Mientras caminaba, lo vi alejarse con mi mente pensando aquella rara sensación de que en ese tipo de mundos todos somos pasajeros de un mismo destino. 

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