martes, 31 de diciembre de 2013

La magia de un número

Es difícil mirar objetivamente la foto de un año cuando durante él se vivieron esos momentos que funcionan como un punto de inflexión y desencadenan una serie de consecuencias a corto y largo plazo, obligando a aceptar cambios y adaptarse a nuevas condiciones de vida. Las formas de entender dichos espacios, donde predomina una primera tristeza que parece superar una línea imaginaria que establece la mente, varía según la percepción de cada persona. Con el tiempo, algunos más, otros menos, funcionamos de tal manera de transformar algo imposible y abstracto en una realidad tan genuina, que en cierto punto la catalogamos de esa forma.

Quizás invaden la cabeza una lista de palabras mientras transcurren los últimos días de un año. Cada una de ellas tiene su propio significado. En realidad, más que un significado es un contexto que la posiciona en aquel lugar. No existe un orden, sino que simplemente están ahí. Balances, lo mejor, lo peor, lo que está bien, lo que está mal, falta menos para algo, porqué pasó, porque no pasó... y esas son solo el comienzo. En el medio de todas ellas, me resulta inevitable preguntarme: ¿Para qué? ¿Con qué razón? En verdad, este tipo de cuestionamientos se acerca más a un análisis filosófico que estamos lejos de entender. Por ello, creo que vale la pena destacar como un simple cambio de un número, trae consigo una magia que supera cualquier palabra, expresión o deseo. Se escucha la palabra renovación, afirmaciones como el hecho de cargar pilas para lo que viene y así diversos sinónimos. Ciertas acciones quedan en el pasado con el recordatorio que estuvieron ahí y otras esperan repetirse por pertenecer al grupo del camino que se quiere recorrer. Algunos objetivos se acercan más a la línea final, otros se concretan y aparecen nuevos que implican movimientos diferentes y arriesgados, pero con un futuro prometedor.  Todo esto parece unirse en aquella cuenta regresiva en donde todos comparten un mismo momento más allá de la distancia geográfica o incluso física, empezando a escribir una historia en su interior.

Hoy a la noche no vas a estar en esa casa con valor propio, donde las personas que la visitaron y  que la siguen visitando supieron  construir la historia día tras día. Hace un año atrás, ninguno de los que brindamos ahí pensó siquiera la más remota posibilidad de que esa cuenta regresiva fuera la última compartida. Si tengo que elegir algún momento que recuerde de todo el 2013, me quedo con esos primeros segundos en donde me abrazaste con fuerza y a los dos se nos cayeron algunas lágrimas, babe.

La realidad, por más trivial que suene escribirla y a pesar de que es una frase hecha quizás desde los primeros tiempos de los cuales podamos recordar, mañana será otro día al que no podemos anticiparnos. Imaginen si entran a una oficina y los reciben 3 personas, que se presentan a sí mismas con sus nombres: Ayer, Hoy y Mañana. Ayer afirma que tiene mucho para comentar, para explicar, para contar y nos asegura que su información será fundamental para tomar decisiones y entender cualquier tipo de hecho a nuestro alrededor. Mañana no puede dejar de generar promesas, usar verbos a futuro y plantear escenarios ideales y felices, siempre y cuando se lleven adelante ciertas acciones. Y por último, Hoy, el más callado, de aspecto pensativo y con un carácter que parece cambiar tras cada segundo, no intenta convencer con sus palabras, sino que utiliza un tono como si estuviera relatando episodios alejados entre sí, algunos positivos y otros negativos. ¿Le darías la razón a una de las tres personas, elegirías una por sobre las otras dos o intentarías entender la combinación de los dichos de las tres? ¿Y si existiera una cuarta opción que no conocemos por el solo hecho de no estar dentro de nuestro conocimiento?

Esta vez, el 4 tomará el lugar del 3 y con ese ínfimo cambio de un número, a su vez comenzarán a escribirse millones de esas páginas, basadas en las decisiones de cómo seleccionar las palabras de aquellas tres personas. La única acción que no necesita de ninguna explicación es la escritura de esa hoja que resumirá la historia hasta que un simple 5 decida tomar el lugar del 4, demostrando nuevamente el poder y la magia de un número.

El año pasado terminé de escribir algo similar con ciertas palabras que resumen toda la idea.
Cambiará el calendario y un número en el año, pero la historia la escribe cada uno.
Disfruten lo que tienen, valoren a la gente que tienen al lado y usen las palabras antes que sea demasiado tarde.

¡Feliz 2014 para todos!

viernes, 1 de noviembre de 2013

20 centavos

El pronostico había advertido sobre una posible tormenta, de esas que dejan secuelas durante varios días, pero la lluvia de la mañana del viernes no había alcanzado esos límites. El 24 frenó sobre la Avenida Corrientes en su parada entre Medrano y Salguero, acercándose lo máximo posible al cordón de la vereda para que subieran 4 pasajeros. Un hombre de unos 40 años ascendió en primer lugar y tras alejar su tarjeta SUBE de la maquina, no pudo evitar una reacción que sorprendió a casi todos los que ya viajaban en el colectivo. 
- ¿Vos me devolvés la diferencia? - le preguntó al chófer  levantando su voz - Ahora yo me tengo que volver caminando a Laferrere después, ¿sabés?
La mujer de unos 70 años que había subido detrás de él, lo miró perpleja antes de pagar su boleto. 
- ¿Qué pasó? - otra pasajera, que viajaba sentada mirando hacia la parte de atrás del colectivo, se unió a la conversación demostrando curiosidad por la acción que había llevado al hombre a plantear esa pregunta. 
- Pedí 1,50 pero me cobró 1,70 - respondió con un enojo casi tangible - ¿Quién se cree que es? - agregó como si el chófer no pudiera escucharlo. 
El último de los que había subido se le acercó para tranquilizarlo, pero equivocó las palabras. 
- Son 20 centavos...
- ¿Y vos que sabés cuanto valen 20 centavos para mí? - reaccionó el hombre de mala manera.
El chófer solo mantenía la mirada fija hacia delante, continuando el trayecto de todos los días. La mujer de 70 años que se había sorprendido al subir, abrió su monedero mientras se aproximaba al hombre, parado en el centro del colectivo a un costado de la puerta principal para descender. 
- Tomá - dijo la mujer, estirando su brazo con algunas monedas. 
- ¡No, señora! - respondió gritando - No pasa por la plata, mi hija - bajó la voz y redujo 40 años entre el señora y el hija para cerrar la frase hacia la misma persona.
Se apoyó contra la ventana, mirando hacia la puerta del medio e intentando tranquilizarse pero solo fueron segundos de silencio donde todas las miradas se mantuvieron posadas en él. 
- Tengo ganas de pelear -  dijo con total seguridad, mientras se sacaba la remera, mojada  por la lluvia.
- No, pará. Tranquilizate - el hombre que solo había pronunciado la frase de los 20 centavos volvió a intervenir. 
- Yo le pego todos los días a la bolsa - avanzó dos pasos para acercarse al chófer, que seguía   mirando fijamente hacia delante - No me durás dos segundos - Un freno repentino de parte del conductor casi lo hace perder el equilibrio.
El colectivo ya estaba a tres cuadras de Pueyrredón y el hombre, después de volver a ponerse su remera, apretó el botón para bajar en aquella parada. 
La mujer volvió a ofrecerle las monedas, pero el hombre las rechazó con un "Gracias, mi amor". 
Mientras el 24 frenaba nuevamente, el hombre agregó en voz alta una última frase, negando con su cabeza de forma indignada. 
- Acá nadie te regala nada.
Las puertas se abrieron y bajó del colectivo cubriéndose la cabeza con un diario, ante la atenta mirada de varios pasajeros, mientras la mujer de 70 años guardaba su monedero. 

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Shaná Tová

El año pasado escribí este texto con respecto a lo que suele sentirse en fechas como hoy.

http://destinodeletras.blogspot.com.ar/2012/09/el-poder-de-los-recuerdos-en-un-nuevo.html

Dentro de un contexto donde las palabras giran llenas de ilusiones y deseos, esperando siempre por un año mejor que el anterior, ese mismo texto ya tiene el nombre de otra persona que no va a estar en las cenas familiares de hoy y mañana. La realidad podrá no dejarnos compartir una mesa babe, pero la verdadera razón por la cual vamos a estar  sentados ahí es por la historia que supieron escribir personas como vos. 

Por un año de sueño cumplidos. 

Shaná Tová Umetuká


miércoles, 21 de agosto de 2013

El cumpleaños de una idea

Si las ideas cumplieran años, hoy sería su festejo.

Hoy se cumple un año de la idea original de mi próxima novela. Un año desde ese martes 21 de agosto de 2012, cuando caminaba por la calle Lima después de salir de la facultad. Me subí a un 105 casi vacío cerca de las once de la noche en Avenida de Mayo y anoté como siempre la fecha actual antes de arrancar a escribir una nueva hoja de mi cuaderno. Me acuerdo que había sido uno de esos días eternos que arrancaron muy temprano en la oficina. Hacía un tiempo que ya venía releyendo y modificando una de mis tantas novelas escritas en el pasado para publicarla, pero me seguía faltando ese eje central de la historia. Y esa noche, después de una clase de filosofía, surgió la idea. 

Solemos medir las cosas por diferentes factores y uno de ellos es el paso del tiempo. Más allá de los aspectos positivos o negativos que  influyen en el desarrollo de esas cosas, depende del punto de vista con que se las mire para entender porque surgieron y siguen avanzando o porque ya no están. No es una cuestión de buscar razones o motivos, sino marcar la compleja diferencia entre vivir y sobrevivir. 
Estas últimas palabras, que en mi opinión son extremos y solo comparten algunas letras en común, serán dos de los pilares claves de mi próxima novela. 

Hoy escribí la fecha, en lo que sería el 4° cuaderno de una historia que sigue avanzando y a pesar de que la idea fue adaptándose, no cambió nunca su enfoque principal.  Es verdad que la fecha de lanzamiento de la novela se postergó más de lo esperado, pero nunca desapareció ni cedió su lugar a pesar de esas responsabilidades que solo nos permiten sobrevivir mientras buscamos lo que realmente queremos. Muchas ideas desaparecen en el tiempo. Otras siguen creciendo sin perderse en el camino, marcando la diferencia entre el tener que hacer algo y el querer hacerlo. Quedan solo algunos meses para que la idea cruce su línea de llegada.

lunes, 24 de junio de 2013

De un final a innumerables principios

Una decisión siempre trae consigo una o varias consecuencias. Quizás en mayor o menor medida, de suma importancia o con una relevancia ínfima en relación a puntos de los cuales no hay retorno, al menos de los conocidos por nosotros. A veces las analizamos, otras nos dejamos llevar sin bajar el nivel de atención, pero no hay dudas que se genera un futuro diferente según cada paso en el presente.

El miércoles pasado cuando baje las escaleras de la estación Pueyrredon para tomar el Subte B en dirección a Los Incas ya se veía que algo había pasado. Pasadas las 4 de la tarde, suele juntarse a veces un grupo numeroso de personas esperando el Subte, pero en este caso el anden ya estaba repleto. Algunos mostraban el fastidio en sus caras, otros no dejaban de mirar el reloj primero y el hueco de oscuridad por donde llegan los vagones después. La voz distorsionada de los parlantes respondía las preguntas instantáneas que se generaban en la mente de cada uno que llegaba al lugar. "Servicio limitado entre Alem y Ángel Gallardo".

Cuando terminó de pronunciar por 3º vez, la formación del Subte B llegó a la estación. 
Con las puertas abiertas, nos acomodamos de la forma que pudimos para recorrer las 3 paradas que teníamos por delante. Con escasos segundos de diferencia, la voz distorsionada repetía la información. Por más que continuase repitiéndola, algunos no se daban por enterado. 
En la estación Carlos Gardel subieron algunos más y pocos se bajaron. Como ese capitulo de Los Simpsons cuando Bart tiene que resolver una prueba de matemáticas con gente subiendo y bajando de un tren. En Medrano subió una mujer dubitativa cerca mío y en el mismo instante en que la voz pronunciaba nuevamente el destino final del subte, ella le preguntó a otra mujer a su lado: "¿Este llega a Malabia, no?" (La siguiente estación a Angel Gallardo para quien no lo sepa) - "No, parece que hubo un accidente. Llega una antes, hasta Angel Gallardo"  
"- Bueno, me bajaré ahí, gracias".

A segundos de alcanzar la estación final por el servicio limitado, la voz volvió a aparecer: "Se ingresará por el otro andén. Las puertas se abrirán del lado derecho de la formación". Como robots, nos movimos todos a la vez girando sobre nuestro eje en dirección contraria donde nos encontrábamos.
La salida me hizo acordar a cuando la cancha está llena y se juntan todos en el momento de salir. Por la misma escalera en que todos intentábamos subir, muchos bajaban para tomar el Subte hacia el otro lado.Como si empujara una marea humana tras varios y largos minutos, llegué a la calle. El frío del invierno ya casi llegando a la ciudad fue como un aire necesario al encierro que se vive bajo las calles de Buenos Aires.

Una vez fuera empecé a caminar las cuadras que me separaban de la estación Malabia, mi salida habitual si el servicio funcionara con normalidad. Me convertí en una hormiga más, pero sobre cemento en lugar de tierra. El movimiento incesante del ir y venir de personas demostraba el inconveniente en el transporte subterraneo. En la primera esquina se escuchó un: "mira cuanta gente. ¿Que habrá pasado?" de una mujer de unos 70 años hacia quien parecía ser su esposo. 
Dos cuadras más adelante, un hombre le preguntaba a otro como llegaba hasta la estación Tronador. "Seguí caminando y llegás", le respondió mientras él hacia lo mismo. La voz de una mujer hablando por celular pasó a mi lado: "No se, acabo de leer que fue un accidente en Dorrego". El pasar de los minutos y la información parecían ir de la mano.

Cuando llegué a la parada del colectivo para continuar mi viaje cerca de la estación Malabia, otra mujer intentaba parar un taxi con claros gestos de estar apurada. Llegó el 24 y volvimos a amontonarnos para subir. Después de lograr por fin alcanzar el espacio que siempre está vacío en la parte de atrás (sin entender porque la gente tiende a quedarse apretada adelante), una mujer que no alcanzaba a ver, pero si escuchar, completó la oración que se venía armando. "Parece que alguien se suicidó en la estación Dorrego. Voy a llegar más tarde" Rara mezcla de palabras, pensándolo en un sentido abstracto.

No vamos a encontrar el motivo por el cual esa persona tomó la decisión de terminar su vida, pero si sabemos que generó consecuencias en los diferentes caminos de una gran cantidad de personas. Obviamente sin buscarlo porque la mente es muy compleja de analizar hasta llegar a tomar esa decisión sin un retorno conocido.
Me senté en la mitad del recorrido pensando que su final había provocado innumerables principios. 

lunes, 20 de mayo de 2013

El presente de mi próxima novela


Avanza. De a poco, pero avanza.
Mi segunda novela, que ya superó los 9 meses de trabajo desde que cerré la idea del eje central de la historia, está cada vez más cerca de concretarse. La idea original es terminar el año con la presentación, pero esa es solo una estimación al segundo proyecto más importante de mi vida relacionado con la escritura.

Más allá de pocos  horarios para sentarse relajado a escribir, la novela se está formando en innumerables viajes en  colectivo. El 24 y el 105 son los que más tiempo me permiten volcar la historia en papel. La relectura para el posterior pasaje a la computadora se hace desear por la falta de tiempo. Estamos muy lejos de un mundo perfecto donde sea posible dejar de lado las responsabilidades para sobrevivir y crear nuestro futuro, pero el punto es sentir, al menos de a poco, que eso se está logrando.   

Muchos me están preguntando acerca del tema y el género. Me resulta complejo establecer uno solo. El que más se enfoca a la idea es el de ficción utópica. La historia se desarrolla en Buenos Aires, en un futuro lejano o quizás más cercano de lo que pensamos. La ciudad se ve envuelta en una imperiosa necesidad de supervivencia por parte de la población debido a una nueva e impensada ley en el mundo entero como consecuencia de la escasez de recursos.  Me surgen muchas ideas con respecto al tema, lo que me obliga a releer ciertos capítulos de una historia que recién está llegando a la mitad. La cantidad de personajes crece día a día, afirmando las relaciones entre ellos. 

El proyecto original tiene que ver con una trilogía que permita acercarnos un poco a lo que somos capaces de hacer cuando nuestra propia vida  está en juego. Quizás estamos muy seguros de que ciertas acciones y decisiones en el presente  nunca van a alcanzarnos en el futuro, cuando en realidad ya lo están haciendo mientras destruyen lo que tanto nos costó conseguir en el pasado. 

¿Estaremos a tiempo de abrir los ojos y cambiar para no llegar a ese utópico y peligroso futuro?  

viernes, 12 de abril de 2013

Una analogía de la escritura

La sensación es inevitable y nunca existe una pérdida de tiempo en la búsqueda. No importa dónde, cuándo ni el contexto o momento del día: escribir es un alivio. Un escape hacia una realidad que suele asimilarse con la verdad de quien elige las palabras. Un cable a tierra para darnos cuenta en que casillero de la vida estamos parados.
Si buscáramos una analogía quizás encontramos varias que puedan asemejarse con la escritura. Entre esas tantas, se me ocurre una que explica con simpleza el valor de crear un mundo, expresar un sentimiento, brindar una opinión o solo volcar palabras sin un destino predefinido.
La sonrisa en el medio del llanto de un chico al recibir un caramelo sin esperarlo. El instante donde el tiempo parece frenar de repente  y pintarse del color que define lo eterno, por el solo hecho de disfrutar el sabor de algo dulce de principio a fin sin sentirse defraudado ni desilusionado en el camino. El caramelo es único desde que hace su aparición hasta que cumple su objetivo. La magia se mantiene con cada uno que aparece de manera idéntica con la expresión: uno más. Podrá ser de diferente gusto, color o marca que el anterior, pero el paréntesis de felicidad se disfruta de manera similar o incluso mejor, dentro de esta especie de mundo si puede llamarse así. 
Esta analogía que quizás permite afirmar que “escribir es como disfrutar un caramelo”, resume exactamente la sensación que fluye mientras se desarrolla un texto. El poder que brinda una hoja en blanco no puede transmitirse, sino que es un arma personal que permite combatir de distintas maneras las responsabilidades, compromisos y horarios en la vida que nos toca todos los días. Es cómo definir una pasión, pero  claramente las pasiones no requieren de una explicación. Como tener una llave para abrir una única puerta hacia el mundo que deseamos o como esos ínfimos momentos de felicidad que sin dudas son mucho más escasos de lo que alguna vez nos contaron. Razones podemos encontrar muchísimas, pero el motivo por el cual buscarlas sería solo una excusa que nos haría perder tiempo para disfrutar el único fin: escribir.   

lunes, 4 de marzo de 2013

Palabras hacia donde quiera que estés

La verdad en estos momentos donde nadie puede encontrar palabras para expresar las infinitas sensaciones que nos rodean, voy a hacer el intento de hallarlas y compartirlas con la mayor sinceridad posible a través de lo que disfruto hacer: escribir. Quizás están demás y un simple silencio es suficiente como definición. O en cambio, al haber tanto para recordar, las palabras son necesarias para actuar como disparador. Por alguien que hizo tanto, que dejó tanto y creó tanta vida a su alrededor, es lo mínimo que se merece.

Duele. Muchísimo  Si supiéramos lo que pasaría mañana, seguramente actuaríamos diferente en algunas decisiones, pero todavía no tenemos ese poder así que necesitamos de los recuerdos. El jueves 28 de febrero de 2013 se convirtió en un día de esos que ya no vamos a olvidar. Un día de esos que implica un punto final en el mundo físico y el comienzo de la eternidad donde quiera que sigamos después de esto que llamamos vida. 
Te fuiste sin que nadie lo esperara, así de repente como cuando sacamos la vista un segundo de algo y al regresar ya no está a nuestro alcance. Nos toma por sorpresa ese instante de incertidumbre que hasta cerramos los ojos como si fuera más sencillo encontrar un recuerdo en la mente. Es inevitable pelear un rato con eso que alguien definió como destino. No hay nada que asegure su existencia, pero indefectiblemente aparece en puntos de inflexión del camino. Estoy seguro que no era tu momento aún y si el destino se enoja por enfrentarlo que muestre la cara de una vez por todas en lugar de volar alrededor de manera abstracta. ¿Por qué dicen que hay que ser valiente y enfrentar el destino si ni siquiera sabemos cómo es? Creo que alguien que no conocemos te regaló más fama de la que mereces. Me pasan demasiadas cosas por la cabeza mientras estoy escribiendo esto. Tristeza es la primera, creo que no hay otra manera más clara de tocarla, de sentir tanto como una mano imaginaria lastima el alma dejando una marca. Impotencia real es la segunda, al no poder hacer absolutamente nada para que vuelvas. Parece que esa frase que muchos repiten, es verdad: “De todo hay solución, menos de la muerte”. La tercera es enojo. No sé con quién y tampoco la idea es buscar a alguien específico, sino un enojo general ante algo tan inesperado. No voy a agregar la palabra vacío, porque me llenaste de tantas cosas positivas que sería injusto usarla. Tampoco voy a creer ni siquiera por un solo segundo que te diste por vencida debido a ciertas cosas del presente. Una operación para alargar la vida, terminó siendo quien te la arrebatase. En estos momentos donde no existen respuestas, se suma el intento de comprender el porque de lo que pareció una película y no la realidad misma. Yo me enteré después de que una mujer se iba a operar también cuando vos salieras del quirofano. Por una descompensación al escuchar todo lo que estaba pasando, terminó en terapia sin operarse. Al menos en este presente, sigue formando parte del mundo en que vivimos. ¿Salvaste una vida inconscientemente? Me pregunto además como cierta gente puede llamarse médico y no tener la profesionalidad y ética suficiente para dar la cara cuando más corresponde. La persona que te llevo durante meses y preparó para tu operación, desapareció del hospital cuando buscábamos respuestas, a pesar de que ya habías partido. 

Puedo seguir enumerando expresiones abstractas, preguntas o supuestos que me toman por sorpresa a mí y seguramente a todos los que me rodean, pero prefiero cambiar el rumbo de las palabras hacia la otra mitad de sensaciones. Tu sonrisa regalaba felicidad y creo que esa magia vive para siempre. Las personas que tuvieron el honor de conocerte, pueden simplemente cerrar los ojos y encontrarte muy fácilmente sonriendo. Si uno intenta buscar un recuerdo y de repente se encuentra con tantos para elegir, algo diferente quiere decir. Me acuerdo cuando dormía con Gaby y Mati en tu casa y venías a contar una historia, te gustaba inventar algunos detalles para hacernos reír. O tu necesidad de ofrecer mil veces en un segundo lo que sea para que todos se sientan a gusto en tu casa. Se que disfrutabas cada uno de mis llamados para preguntarte como estás y contarte de mi vida. Me llena muchísimo saber que tengo y tendré siempre el recuerdo intacto del abrazo que me diste cuando cumplí uno de mis sueños y publiqué mi primer libro. Ese día yo estaba hablando y llegaste más tarde por la lluvia torrencial que cubría Buenos Aires. “Ahí llegó mi abuela, un aplauso para ella” dije, y sonreíste tanto que iluminaste la sala mientras te acomodabas en tu lugar. Un lugar que ocupaste a la perfección desde el principio, tanto para mí como nieto mayor como para cada integrante de la increíble familia que formaste junto al zeide. Tu pareja de siempre, el amor de tu vida, de esa clase de amor que hoy ya no existe. Casi 54 años de casados de amor incondicional y puro. 
Todos, absolutamente todos, están llenos gracias a vos. Quién sabe si podes ver lo que estoy escribiendo, pero no importa porque estoy seguro que lo sabes mejor que nadie. Estás acá y seguirás estando siempre con nosotros. Lo que lograste a la perfección que ya nunca va a cambiar es que tus 9 nietos van a sonreír cada vez que recuerden, piensen o pronuncien la palabra abuela.

Gracias por cada segundo compartido de pura felicidad. 
No tenes una idea de lo que te voy a extrañar. 
Te quiero muchísimo babe. 

miércoles, 16 de enero de 2013

Cuenta regresiva


A veces se hace eterna, otras extendemos su duración solo para crearnos una imagen mental más cercana acerca del lugar al cual queremos llegar. Cuando empiezan, con tantos días por recorrer aún, quizás la tendencia es comparar la situación con el último tramo de una carrera, escalar una montaña o simplemente transitar un camino con una larga historia ya escrita. Cuando alcanzamos la mitad, nos damos cuenta de lo relativo que es el tiempo en cuanto a distancias y esperas. Ya en los días previos, aparece esa necesidad de alcanzar la fecha propuesta más allá del evento o hecho esperado. Y cuando el momento queda en el pasado, nos preguntamos cómo pudo haber terminado tan rápido. 

Las cuentas regresivas pueden implicar extremos desde una base clave para ciertos momentos donde ya no quedan energías o el pasaje a algo que ya no tiene vuelta atrás, como esa sensación al usar palabras que perduran para siempre por el daño que causaron. Vivimos rodeados de estas cuentas, muchas de ellas implícitas en nuestros actos rutinarios. Creamos mentalmente ese calendario donde tachamos los días para alcanzar el número que deseamos, el que marca un antes y un después.

Según el momento, el lugar donde nos encontramos, convertimos y valoramos al tiempo y a esa cuenta regresiva que nos parece más relevante según lo que necesitemos. Una gran mayoría  trabaja en espacios que no disfruta, obligados por un sistema capitalista que termina consumiendo casi todo el tiempo que tenemos, brindando escasos espacios para escapar. Por ello se crea una cuenta regresiva, por ejemplo, para las ansiadas vacaciones. Incuso durante el año, esperas más cortas con feriados largos que ayudan al menos a evitar lo inevitable.

Toman formas según la situación. Como si viviéramos con un reloj  tallado en el cielo que nos persigue  y nunca se detiene. Las mencionadas vacaciones son solo un ejemplo de una clase de cuenta regresiva, algunas positivas, otras neutrales en temas de color de la vida o las más peligrosas y negativas.  La llegada de fin de mes para cobrar un sueldo, el estreno de una película, los deportes que requieren de un reloj funcionando hacia atrás para llevarse adelante, esperar un número para ser atendidos, la nota de un final en la facultad, el hombre titilando con los segundos debajo antes de cruzar un semáforo, la dulce espera como se llama a un embarazo o hasta la sensación de vacío al recibir una noticia negativa de parte de un médico.

Los extremos hasta donde llegar dependen de cada uno y varían según la mente y el presente de nuestras vidas, pero siempre hay alguna cuenta regresiva que ahora mismo está  intentando alcanzar su destino. ¿Cuál es la tuya?

martes, 8 de enero de 2013

Mundos paralelos

Imaginen un mundo paralelo donde no existiera ninguna manera de medir el tiempo, donde ni siquiera exista el conocimiento de aquella palabra. ¿Seríamos más felices? ¿Intentaríamos hacer algo diferente a lo que hacemos todos los días? Solo seríamos conscientes de manejarnos con el día y la noche. Sin relojes, sin apuros por cumplir plazos laborales o personales. Simplemente dejándose llevar por lo que sigue a continuación en lugar de tener que mirar números que condicionan nuestras acciones.  

¿Apreciaríamos más la primera intuición? Quizás es la única forma de descubrir el verdadero significado de la libertad al pasar nuestras vidas marcadas en líneas temporales. Algo tan abstracto como lo es el tiempo, es a su vez lo que condiciona muchas decisiones.  

Un mundo donde no existe el no llegar, el dormir poco, la incertidumbre de caminar un rato (siendo un rato simplemente una mera semejanza al tiempo, al no tener sinónimos en dicho mundo), sin programaciones anticipadas, sin medir la edad de una persona para reconocer su sabiduría o madurez, entre algunos de los millones de ejemplos que podemos encontrar. 
El tiempo es solo uno de los puntos de abstracción en esa balanza imaginaria que nunca encuentra el equilibrio. Más que un mundo paralelo, sería una fantasía impensada. ¿Quien dijo que del otro lado del espejo cuando nos paramos frente a él, no existe otro mundo completamente distinto y esa persona idéntica a uno mismo se encuentra ante la misma pregunta?

La realidad es que plantear una idea de un mundo diferente donde hasta imaginarlo resulta complejo implica una visión casi imposible. Sin embargo el "casi" en esa oración convierte la opción en dependiente de cada uno. Sin dudas que hay cosas que están fuera de nuestro alcance, que por más "tiempo" que esperemos o volquemos, no van a cambiar. Por ello, cambiar el mundo donde estamos hacia el ideal es una utopía como Socrates hizo mención en "La Republica". Ese mundo ideal simplemente como un modelo al cual podemos aspirar, pero no alcanzar, un mundo de perfección (si es que existe algo perfecto).  Puede que entre todos, dentro de quien sabe cuanto tiempo (parece que esta palabra nos persigue), cambiemos ciertas cosas en el mundo que compartimos. En todos los demás, esos mundos paralelos, los que cada uno crea, busca, diseña o desea, no hay límites por cruzar.  La verdadera pregunta es: ¿Qué estás haciendo para cambiar tu propio mundo? 

jueves, 3 de enero de 2013

Viaje mental


Agua transparente. Sol en el medio de un cielo celeste sin ser opacado por una sola nube. 
Algún bote que de vez en cuando parte a solo metros de donde estoy sentado. 
Una reposera naranja, bajo una especie de palmera marrón como si fuera de paja. 
La arena de pequeñas piedritas se mezcla entre mis pies.
El viento ayuda a luchar contra el calor. 
Mirando hacia el horizonte no se ve más que un océano de tranquilidad. Alejado del mundo, una isla paradisíaca. Hacia la izquierda o derecha, montañas con caminos estrechos, hoteles construidos a medida, lanchas a lo lejos que pasan a toda velocidad. Aviones que cubren el cielo a punto de aterrizar. 
Gente de todas partes del mundo, idiomas que se mezclan. 
Una pequeña parte de Grecia, una isla de las tantas que hay en el mundo que nos da la pauta de como es un paraíso. Ahora con la diferencia que mis ojos pueden apreciarla, mis pies sentirla y mi mente grabar estas imágenes únicas para siempre. 
Mykonos