En uno de mis pasos por aquel increíble viaje el año pasado, el más importante por ahora en mi vida, estas fueron las palabras que me salieron mientras la miraba fijamente a ella: "La torre y su magia"
Luz en la
oscuridad. El cielo parece iluminarse y se convierte en el centro de mirada de
miles de personas. Diferentes culturas se mezclan ante un punto en común con el
mismo efecto: Una sonrisa con una expresión de asombro. Cada una hora las luces
amarillas que cubren dichas miradas, se ven invadidas por luces blancas que
titilan durante cinco minutos que parecen eternos. Una ola de aplausos culmina
un momento irrepetible, de esos para guardar. Imágenes que quedan reflejadas en
cada una de esas fotos con flash que nunca terminan su secuencia. Siempre
existe alguien que captura el momento. Por eso es como la escena de una
película que siempre muestra sus mejores temas. Los ojos quedan fijos en su
figura perfecta. Mas allá de sus años y años de historia, sus curvas se
mantienen intactas y siguen enamorando a cualquiera en apenas segundos. Impone
respeto con su presencia. Sin importar el clima, ella siempre se deja ver,
apreciar, disfrutar. La vista nunca se cansa de semejante obra. Es como si un
instante se grabara en la mente. Una mente que aprende, valora y atesora cada
uno de esos recuerdos desde ese presente hacia delante. Ella está ahí,
esperando ser conocida. Y no piensa irse a ninguna parte, rodeada de verde y de
fuentes de agua decorando un espacio mágico para siempre.
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