viernes, 15 de mayo de 2015

Rehenes sin memoria

Estamos acostumbrados a opinar. Somos parte de una sociedad que ante cualquier hecho, más allá del contexto, siente la necesidad de hacerse escuchar. Podemos encontrar análisis objetivos de aquello que pasó, pero el tinte de opinión hace que la subjetividad prevalezca. Es claro que no hay una verdad absoluta, pero terminamos siendo especialistas en girar la dirección de la mirada y hacer oídos sordos. 
Lo de ayer fue un fiel reflejo de todo esto. Supera las camisetas y los colores, va más allá de una rivalidad. A la mañana nos enteramos que falleció Emanuel Ortega, jugador de 21 años de San Martín de Burzaco, después del choque contra una pared a un costado de la cancha. Si, una pared. Después de luchar 11 días por su vida, el final fue el que nadie deseaba. Desde AFA suspendieron todo la fecha del fin de semana para adherirse al dolor de la familia. 
Ni siquiera pasaron 24 horas y el centro de atención se vio obligado a cambiar. Somos rehenes sin memoria. Tienen que pasar estos extremos y ni siquiera logramos entender. Actuamos con los hechos consumados. "No va  pasar nada" y así seguimos adelante. Ya no hablo del deporte en sí con esa frase, sino que sobran ejemplos para afirmarlo. 
Lo de ayer acumula motivos para explicar lo desvirtuados que están los valores, que suelen ser el espejismo de la propia sociedad. Vivimos en el mismo mundo donde hace dos días, el Real Madrid quedó afuera de la semifinal de la Champions League (torneo que suele compararse con la Libertadores de manera ingenua y sin fundamentos) con la Juventus, jugando de local y teniendo la posibilidad de jugar una final épica con el Barcelona, su eterno rival. Aún quedándose afuera, aplaudieron a Pirlo, figura del conjunto italiano, y los propios jugadores del Real Madrid aceptaron la derrota. En el mismo mundo donde la NBA, que más allá del show que genera, es una demostración de los valores de un deporte. Soy consciente que es imposible comparar y la salida fácil es aislarnos de todos y creernos los mejores, como si fuésemos más vivos que el resto. Esa estúpida frase de la "viveza criolla" como razón para justificar cualquiera de nuestros medios. Es triste escribirlo, pero terminamos siendo víctimas de aquello que creamos. 
Me acuerdo de mi abuelo escuchando por la radio los partidos de River, de sus comentarios y su visión de este juego que tanto nos apasiona. Hoy lo único que importa es ganar, enterrar al rival y estigmatizar la derrota como el peor de los males. Claro que existen los hinchas que no tienen nada que ver con quienes obligaron a suspender el partido ayer. El partido que vale ya lo perdimos hace rato. 
Podría seguir escribiendo, pero a veces los hechos superan las palabras. Solo me faltó usar una palabra en particular, una palabra que tendría que haberse repetido miles de veces en los diarios de hoy, pero como real protagonista. Esto supuestamente era un partido de ese deporte. ¿Esto era fútbol, no?

miércoles, 13 de mayo de 2015

Una feria, mil historias

Una mujer de unos 65 años, de pelo corto y arreglado, teje con una bola de lana rosa a una velocidad justa para controlar cada detalle. No está apurada, sino concentrada en el primer asiento de la fila de la izquierda en el colectivo de la línea 24. Son las 9:35 de la mañana de un lunes, pero para ella en este preciso momento, el tiempo es relativo. El viaje es una pausa temporal mientras su mente sonríe y su corazón se llena de algo que ama. No importa que pasará después, cuando su día continúe y llegue a su destino del viaje. La veracidad y el sentimiento de eso que ella eligió supera a cualquiera de esos "problemas" que a veces nos rodean. Quizás lo que está tejiendo es para uno de sus nietos, quizás solo es un pasatiempo que la ayuda a viajar mejor, quizás le está haciendo un favor a alguien. La razón definitiva no es relevante para el caso.
  
La analogía con la experiencia del sábado en al Feria Internacional del Libro de Buenos Aires es una buena forma de intentar explicar las diversas sensaciones (simplemente un mero intento porque es imposible alcanzar la literalidad en ese mundo). La primera hora en el stand de Dunken escribió otro capítulo donde la firma a lectores fue protagonista, ese momento gratificante donde uno puede compartir el espacio con los amantes de los libros. Familiares y amigos acompañaron (Gracias a cada uno de los que estuvieron ahí. No existe algo más importante para mí que ese espacio y por eso valoro mucho a los que pudieron venir), además de un acercamiento a nuevos lectores, que intrigados por esa curiosidad que despiertan historias desconocidas preguntaban sobre la trama de Castillos de Arena. Cada firma selló un momento único y abrió las puertas a una futura lectura de la novela.

Pero esa hora no fue la única en la 41° edición de la Feria. Apenas un rato después llegó el momento de participar de la primera Convención Blogger Argentina en la sala Francisco Gabilondo Soler. Un espacio creado por los mismos Bloggers, amantes de la lectura, que nos ayudan día a día a difundir nuestras obras nacionales alcanzando nuevas fronteras y superando límites nunca antes imaginados. A veces nos preguntamos si realmente somos capaces de lograr cierta meta. En este caso, ellos no solo interpretaron ese objetivo sino que respondieron esa pregunta con hechos al unir historias. Es raro como la vida misma te va cruzando con personas que quizás pasan desapercibidas y son solo una circunstancia o, por el contrario, más allá de un pequeño momento compartido, su valor perdura en la memoria.

La charla tuvo su presentación, su sorpresa con dibujos de los libros de cada escritor y preguntas de los Bloggers y del público. Cami Lorusso, Cami Hache, Vero Navas, Anto Tilio, Sofi Deniz, Agus Cornejo, Luz Rubini, Celes Cao, Facu Tedesco y Diana Dincau (a pesar de no haber estado presente fue muy importante para mi participación), más todos los Bloggers que participaron del evento (Perdón si me olvido algún nombre),  gracias por invitarnos a formar parte de esto, demostrando el valor que sienten por la literatura nacional. 


Párrafo aparte para los otros cinco autores con quienes compartí el escenario. Anna Franco, Danny Suarez, Agostina Ortega, Na Praiack y Javier del Ponte. No hay dudas que nos volveremos a cruzar por compartir este raro, enorme e increíble mundo de letras.

No existe  ningún mapa del tesoro con una cruz roja mostrando el camino. Es difícil, complejo, genera incertidumbre y construye expectativas. Si ese mapa existiera, alcanzar el objetivo no tendría un peso similar. Un resultado puede ser excelente pero el camino hacia él produce otro significado y marca una diferencia.

La sonrisa de quien reciba aquel regalo tejido con sus propias manos dejará en claro el valor de ese trayecto recorrido, incluso si la sonrisa es de su propia creadora. Pasó una nueva Feria del Libro, con nuevas experiencias e historias. La conclusión reafirma el sentimiento: no hay versión mas real que hacer aquello que amás y tener la oportunidad de compartirlo. Una feria, mil historias.