lunes, 3 de septiembre de 2012

La complejidad de los lunes



Los lunes son difíciles. La mente intenta buscar puntos positivos que ayuden a arrancar las primeras horas del día. El cielo aparece de color celeste con apenas algunas nubes pintadas en él y el sol ilumina mi cara cuando salgo del edificio. Prendo el Ipod para musicalizar las cuadras hasta la parada del colectivo. Momento clave. Recorro la lista de temas y elijo Las pastillas del Abuelo. Ese instante donde decidís para vos mismo: “quiero escuchar esto hoy”. 

Se nota en el aire que es lunes. Cruzo el puente sobre la estación Villa del Parque y miro hacia un costado en dirección al tren que siempre pasa por debajo mío. Cuando era chico pedía un deseo si iba en auto y un tren justo pasaba por un puente. Al revés no creo que funcione porque sino todos buscarían el momento exacto donde pedir ese deseo y la magia quedaría de lado. El kiosco donde cargo la  tarjeta para viajar en colectivo tiene un cartel improvisado con marcador indeleble: “No funciona la carga virtual y la SUBE”. Sonrío, pensando que aquellas cosas son típicas de un lunes. No pasan otro día de la semana. Tienen que pasar hoy. Camino los pocos pasos que me separan de la fila de gente esperando, mientras saco $2 de la billetera para comprar el boleto por $1,25 antes de subir. “Si tenés la tarjeta, te puedo cobrar el mismo precio en monedas”, dice el vendedor de boletos. 

La fila es larga. Decido dejar pasar un primer colectivo y subirme al segundo. Me acomodo en uno de los asientos individuales del lado izquierdo, de esa forma  el sol acompaña todo el viaje. Abro un poco la ventana y guardo la bufanda en la mochila. El colectivo comienza su camino mientras yo saco mi cuaderno para disfrutar del viaje a mi manera. La historia de mi próxima novela está dividida en piezas dentro de mi cabeza. El factor tiempo me está complicando volcarla en palabras. Por ahora, el tema viene muy lento por eso que se llama responsabilidades en este mundo injusto donde vivimos. 

Me salen un par de frases aisladas que escribo en una de las primeras hojas del cuaderno. Juego un poco con esas palabras y me doy cuenta que repetí muchas veces el término abstracción. Quizás es un mensaje de esos que salen sin darse cuenta. Si nos ponemos a pensar en una definición de lo abstracto, siempre va a quedar algún punto para agregar. Al fin y al cabo nos vemos rodeados por esas cosas que terminan siendo claves en nuestras vidas. Vuelvo a pensar que es lunes. Me queda mitad de viaje aún antes de entrar a un lugar donde siento que la creatividad desaparece y las horas parecen medirse con un reloj de arena. Un espacio donde los sueños parecen destruirse con el correr de los días. Me concentro en una nueva hoja del cuaderno para continuar con mi novela. Avanzar con escasos pasos es mejor que no avanzar. Me surge una gran idea para desarrollar. Como siempre cuando eso me pasa, levanto la vista y veo la intersección de Pueyrredón y Corrientes, el momento de guardar en la mochila las ideas, poner en pausa la mente y cumplir con esa parte de la vida donde lo que queremos hacer no existe porque es vencido por lo que tenemos que hacer. 

Me bajo del colectivo y disfruto del sol en la corta cuadra que me separa de la pesada puerta del edificio de oficinas. Mientras subo en el ascensor hasta el quinto piso, me pregunto cuál es la razón por la que decidimos pausar nuestros sueños desperdiciando tanto tiempo de la única vida que tenemos.  ¿Quién definió que esto es lo normal? Prefiero pertenecer a ese ínfimo grupo de locos que se plantean preguntas sobre la realidad que aquellos que solo asienten y viven en automático.  

El clic del antiguo ascensor al llegar a su destino me vuelve a transportar al lugar, pero no estoy ahí. Mi mente está cómodamente en su mundo paralelo, confiada  en vencer a una realidad  que lo único que está logrando es aumentar el número de sus victimas.  Se abre la puerta y sonrío sarcásticamente,  pensando que aún me mantengo vivo buscando pintar esa escala de grises que define aquel mundo frente a la complejidad de los lunes.

3 comentarios:

  1. para publicar en el blog, blogger me hace poner una clave donde dice: "demuestra que no eres un robot"!! va muy bien con el relato! increíble!

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  2. Ese tipo de cosas aplican perfecto para esta idea! Lo increíble es que a pesar del paso del tiempo, la complejidad de la idea parece crecer aún más.
    La página de la novela es www.facebook.com/espejosmentales
    Se puede conseguir en la editorial! En Ayacucho 357 en el barrio de Balvanera,Capital Federal.

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