- ¡A comer!
El grito de su mamá se escuchó
desde la cocina, aún estando en la habitación del primer piso. Tenía la television
encendida como siempre, desde varios días antes del inicio de la cuarentena.
Bajó y subió entre los canales informativos, solo para leer los títulos.
“Nuevas
medidas para los jubilados”, “Cocinar
con lo que hay en la heladera”, “Invasión de polillas en la ciudad”, “Hay que prolongar
la cuarentena”, “Momentos conmovedores en el país”, “China vuelve a la
normalidad”, “La información es la única manera de evitar el miedo”.
- ¡La comida está en la mesa!
El sonido pareció llegar aún más
fuerte. Escuchó los pasos de su hermana, bajando desde el segundo piso.
- Dale, vamos a comer. Salí
aunque sea un rato de acá – le abrió la puerta antes de seguir su camino.
El pitido para marcar una
notificación en su celular lo obligó a desbloquearlo. Una importante agencia de
noticias informó el número de fallecidos en España e Italia. En ambos países parecía
no dejar de aumentar. Deslizó hacia arriba su pantalla para leer un poco más.
Un periodista reconocido compartió una nota de un medico infectólogo que
advertía sobre que “lo peor está llegando si no tomamos las medidas adecuadas”.
- Dale. Vamos a cenar, después seguís – su papa le abrió más la puerta antes de bajar a la cocina.
Se paró para caminar al baño y
lavarse las manos. Dejó el celular en el mueble viejo, debajo del espejo de dos
puertas. Mientras se enjuagaba después de 30 segundos, según lo que había leído
en un diario ingles, se encendió nuevamente la pantalla de su teléfono. Marcos,
uno de sus amigos, le reenvió un audio de Whatsapp de 3 minutos y 47 segundos. En
epocas de pandemia parecía que ningún audio podia durar menos de 3 minutos.
Se
secó y se llevó el celular al oído, después de presionar el botón para
escucharlo. Era un medico de un hospital privado de la Ciudad de Buenos Aires
que contaba la situación actual y pedía por favor que nadie salga a la calle. Se
sentó en su lugar de la mesa mientras terminaba de escuchar el audio.
“Último momento. China vuelve la
normalidad, mientras el mundo sigue en pausa. El presidente del país asiatico
levantó todas las medidas para retornar a la vida habitual…”
- Bajá un poco el volumen, abuelo
– dijo su hermana en voz alta – En la radio todo parece más dramático.
- ¿Drámatico? Esto está más
armado que cualquier otra conspiración. Encima no me dejan salir más que al
patio.
- Es por tu bien, papá – su mamá
apoyó una fuente con ensalada en el medio de la mesa – Por favor, ya lo
hablamos.
Su abuelo negó con la cabeza,
como si estuviera resignado. El celular volvió a encenderse. El Ministerio de
Transporte informó en su sitio web la extension de la suspension de vuelos de
cabotaje.
- ¿Lavaste bien las verduras, no?
– no pudo evitar hacer la pregunta en voz alta – Vi un video en YouTube que
necesita un poco de lavandina especial con agua y bicarbonato de…
La risa de su hermana lo
interrumpió.
- ¿Desde cuando te importa eso a
vos? ¿Tenés fiebre?
- Con eso no se jode. ¿No sabías
que es probablemente el primer sintoma? Escuché a un enfermero
que hablaba por
teléfono en la fila del cajero cuando fui hoy.
Su abuelo empezó a servirse de la
fuente mientras discutían.
Llegó otro audio de Marcos. 4 minutos
y 22 segundos. Antes de reproducirlo, el propio Marcos escribió “Ni lo
escuches, al parecer el audio anterior era mentira”. Se levantó a buscar otra
botella de agua a la heladera e igual comenzó a escucharlo.
- Compartilo después que quiero
saber – le dijo su abuelo.
El audio terminó y no sabía ni
que habían dicho. La luz hizo una especie de advertencia y todo quedó a oscuras
segundos después.
- ¡No me digas! – gritó su papá.
- No puede ser. Informaron que no
podían cortar servicios – recordó que lo había leido en el diario de ayer
mientras desayunaba.
- Trae unas velas del primer
cajón del lavadero, hija. ¿Será en todo el barrio?
- No vas a poder salir a mirar
está vez - le respondió ella.
Volvió a su habitación y notó que
su celular tenía 14% de bateria. Sin datos móviles en lo que le quedaba del mes
ni WiFi ni television por un tiempo indeterminado.
- Llamé recién. Van a enviar a
una cuadrilla en un rato. Parece que es en la manzana – su papá se asomó por la
puerta para contarle.
Bajó al patio donde su abuelo le
pegaba a la radio después de acomodar las pilas.
- Yo dije que había que
cambiarlas - Se sentó en una reposera a su lado, en medio de la oscuridad.
Sus primeros minutos sin nueva información
después de nueve días en cuarentena. Su abuelo solo miraba al cielo. Fue en ese
momento cuando notó que el silencio también hacia ruido y que el miedo de estos
días no sería el primero ni el último en su vida. Su abuelo giró la cabeza y con esa
sabiduria que solo él podría tener, le dijo:
- Son cosas que pasan.
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