jueves, 6 de agosto de 2015

Piel de gallina

Apenas crucé la puerta de su departamento en aquel antiguo edificio de Vicente Lopez, lo vi sentado en una esas sillas marrones y negras de madera a un costado de la mesa que se agrandaba para ocasiones especiales. Esa mesa que tenía como líneas talladas, que yo siempre recorría con mi mano cuando los visitaba. Una mesa casi vacía, pero ocupada por uno de los objetos más increíbles dentro de las invenciones del hombre. Un objeto particular que ya se había convertido en un tesoro, una reliquia más allá del concepto en si. Nosotros somos quienes creamos ese valor que perdura aún más en el tiempo. Esa tipo de escenas como mi abuelo escuchando la radio permanece en esas pequeñas cajas de recuerdos que construimos en la mente y elegimos cuidar. 

Ante estas situaciones, episodios, capítulos o como quiera llamarlo la historia, se cruzan mil imágenes que solo genera el fútbol. Hay muchas frases hechas y muchos conceptos que rodean este deporte, incluso más en la forma en que nosotros lo vivimos. Muy equivocada en ciertos aspectos, pero apasionada en otros. Creo que es inexplicable para quien no le gusta o no lo entiende, como seguramente será inexplicable para mi entender otras cosas. Tratar de volcarlo en palabras es un desafío. ¿Cómo explicar lo que generan simples colores, la historia de una camiseta o lo que implica transmitir una sensación de gritar un gol como si se fuese de uno? 
Aparecen palabras. Se mezclan, se escuchan, se repiten. Historia, éxito, objetivo, sueño. Se enfrentan a otras más duras como fracaso, tragedia (futbolística), critica. Una montaña rusa de sensaciones que quizás pueden resumirse en la definición del fútbol como la dinámica de lo impensado.

El miércoles 5 de agosto de 2015 escribió su cuota de historia. Podrá hablarse de ese anticipo apocalíptico de fracaso que se leía en diarios o se escuchaba en la tele después de esa noche donde olvidamos que es un juego, que la pelota no quiso entrar y Juan Aurich nos dejó al borde del precipicio. La pregunta es si realmente existió ese precipicio en esta historia. Creo que es difícil entender cuando somos contemporáneos de momentos épicos y solo el tiempo nos deja disfrutarlos más. Es justamente el tiempo quien nos engaña, nos hace creer que pasa a otra velocidad, dentro y fuera de la cancha, como sinónimo de la vida misma.

No hay que olvidarse que es la misma copa que quedará en la historia por esa noche donde se sufrió y tocó fondo, donde perdimos todos y no solo algunos identificados con algunos colores (Rehenes sin memoria) Voy a elegir creer que eso no es fútbol, como Tampoco solo lo es una inmensa felicidad como ayer porque sin la derrotas no entenderíamos lo que significan las victorias.

Pero ya me desvié mucho de lo que quería escribir. River ganó la Copa Libertadores. Se rompen récords, se gritan goles que serán eternos, se comparten momentos únicos que la lluvia de ayer pintó aún mejor dentro del cuadro de los recuerdos. 
Más allá de cualquier palabra que hoy pueda escuchar o leer o ver la repetición de los goles una y otra vez, de una cosa no tengo dudas. Seguro ayer, donde quiera que él haya estado con su radio escuchando el partido, también sintió y compartió lo que significa tener la piel de gallina. 

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