A veces se hace eterna, otras extendemos su duración solo para
crearnos una imagen mental más cercana acerca del lugar al cual queremos
llegar. Cuando empiezan, con tantos días por recorrer aún, quizás la tendencia
es comparar la situación con el último tramo de una carrera, escalar una
montaña o simplemente transitar un camino con una larga historia ya escrita.
Cuando alcanzamos la mitad, nos damos cuenta de lo relativo que es el tiempo en
cuanto a distancias y esperas. Ya en los días previos, aparece esa necesidad de
alcanzar la fecha propuesta más allá del evento o hecho esperado. Y cuando el momento queda en el pasado, nos preguntamos cómo pudo haber terminado tan rápido.
Las cuentas regresivas pueden implicar extremos desde una
base clave para ciertos momentos donde ya no quedan energías o el pasaje a algo
que ya no tiene vuelta atrás, como esa sensación al usar palabras que perduran
para siempre por el daño que causaron. Vivimos rodeados de estas cuentas,
muchas de ellas implícitas en nuestros actos rutinarios. Creamos mentalmente
ese calendario donde tachamos los días para alcanzar el número que deseamos, el
que marca un antes y un después.
Según el momento, el lugar donde nos encontramos,
convertimos y valoramos al tiempo y a esa cuenta regresiva que nos parece más
relevante según lo que necesitemos. Una gran mayoría trabaja en espacios que no disfruta,
obligados por un sistema capitalista que termina consumiendo casi todo el
tiempo que tenemos, brindando escasos espacios para escapar. Por ello se crea
una cuenta regresiva, por ejemplo, para las ansiadas vacaciones. Incuso durante
el año, esperas más cortas con feriados largos que ayudan al menos a evitar lo
inevitable.
Toman formas según la situación. Como si viviéramos con un
reloj tallado en el cielo que nos
persigue y nunca se detiene. Las
mencionadas vacaciones son solo un ejemplo de una clase de cuenta regresiva,
algunas positivas, otras neutrales en temas de color de la vida o las más
peligrosas y negativas. La llegada de
fin de mes para cobrar un sueldo, el estreno de una película, los deportes que
requieren de un reloj funcionando hacia atrás para llevarse adelante, esperar
un número para ser atendidos, la nota de un final en la facultad, el hombre titilando con los segundos debajo antes de cruzar un semáforo, la dulce
espera como se llama a un embarazo o hasta la sensación de vacío al recibir una
noticia negativa de parte de un médico.
Los extremos hasta donde llegar dependen de cada uno y varían
según la mente y el presente de nuestras vidas, pero siempre hay alguna cuenta
regresiva que ahora mismo está
intentando alcanzar su destino. ¿Cuál es la tuya?