Tenía que escribir. No se bien qué palabras elegir pero las sensaciones son aquellas que no tienen que ver con la lógica y la razón. Son difíciles los para siempre o los nunca más, pero como en la vida misma, aparecen esos asteriscos. Esa letra chica que refiere a momentos excepcionales.

No se trata de comparar momentos porque son cosas distintas. Como eso que se dice que lo que transmiten los abuelos son recuerdos de otros tiempos. El partido terminó hace un rato largo pero ya tiene esa magia de eterno porque fue como haberlo vivido con él. Con su radio de fondo, sentado en un costado de la mesa de madera con líneas talladas a su alrededor o en su sillón con puntos grises en el borde, con el grito de gol de Quintero rompiendo cualquier línea temporal. Es como un abrazo eterno, a pesar de que hace 15 años pasó a ser intangible para vivir en la memoria. En el gol del Pity Martinez seguramente se habrá emocionado desde que empezó a correr, como cada hincha de River en un desahogo final.
De eso se trata todo esto, de lo que genera, de eso que vivimos ayer, hoy y siempre. De esos recuerdos que tenemos como hinchas, cada uno desde su lugar y desde el cómo se elige vivirlo, aun sabiendo la realidad del deporte que tenemos enfrente. Siento que él me transmitió gran parte de esta sensación insensata, de esta pasión como alguien la definió. Le dicen el más grande. No importa a quien, a River y a él.