Si falta caemos en la sencilla excusa sobre él y si sobra sentimos que lo estamos desperdiciando. De una forma u otra, termina siendo quizás lo más relativo a nuestro alrededor. Si hablamos de días es poco, pero con la palabra años parece mucho. ¿Según quién? ¿Alguien definió la magnitud o importancia según un hecho?
Pensamos que es eterno, pero está lejos de aquel infinito que no conocemos. Depende de lo que vemos o elegimos ver. Esa extraña forma de darle una razón a nuestras acciones, cuando las preguntas que valen tendrían que empezar con el interrogante si el hoy está dentro de lo que queremos ser mañana.
Están las fechas que nos quedan a la fuerza, que se graban sin avisar y que nos hacen recordar el poder de la memoria. Y están esas fechas que elegimos, que se convierten en un punto de inflexión y que nos afirman que somos sinceros con nosotros mismos.
Hoy se cumplen 3 años de ese lluvioso día de Marzo, el día que significó ese punto de inflexión con la publicación de mi primera novela, Espejos Mentales. El día donde confirmé aún más lo gratificante que es hacer lo que realmente querés.
¿3 años? ¿Tanto? ¿Ya? ¿Recién? ¡Parece más! Todas las preguntas o exclamaciones son válidas porque terminan siendo según cada punto de vista. Ese día abracé a alguien que hoy ya no está, que hace una semana cumplió sus dos años de ausencia física, pero que sin dudas no necesita de una antigüedad o un número para explicar lo que fue y seguirá siendo.
El abrazo se siente como ayer.
El libro sigue en mi biblioteca hoy.
El paso de los días seguirá aumentando su valor mañana.
El tiempo es relativo.
3 años de Espejos Mentales.