Después de ese lunes 5 de marzo de 2012, día en el cual presenté "Espejos Mentales" acompañado de una lluvia torrencial en la ciudad, apareció la sensación y el deseo de subir la apuesta en una segunda novela. En realidad, y después de cumplir un sueño que uno mantiene vivo durante tanto tiempo, llega un punto de inflexión en donde ese espacio en la mente que nos hace seguir soñando exige llenarse de nuevo, siendo el acto de soñar lo que nos mantiene despiertos. Quizás es fácil de escribir, pero muy difícil de alcanzar, sabiendo que los sueños no se compran ni se prestan e incluso a veces nos engañan haciéndonos creer algo que no son.
Casi dos años después, tiempo durante el cual la vida planteó diferentes situaciones, llegó el punto final de esa lejana idea. Sin importar el color de la realidad adaptándose a nuevas condiciones, la historia nunca dejó de avanzar como fiel reflejo a la vida misma. Esa lista tangible de palabras abstractas que nos rodean como la felicidad, la tristeza, la injusticia y la muerte, terminaron siendo fundamentales para el desarrollo y la construcción de la novela. Los personajes forjaron su identidad, el contexto de la historia creó sus pilares más importantes y los capítulos entendieron lo que debían ser para sobrevivir.
La extensa cantidad de títulos se limitó hasta alcanzar ese que reflejase la esencia de la novela: "Castillos de Arena". Y en medio de un camino a punto de desaparecer quien sabe hacia donde, con el reloj marcando casi las tres de la mañana hace un par de noches atrás, llegó la última oración con esas armas infalibles, las más peligrosas que nos rodean por su poder ilimitado y sus inminentes consecuencias: las palabras. El punto final en la hoja de la novela solo significó un principio.
Ahora llega el después, el momento de subir aún más la apuesta para llevar la historia más allá de los límites que alguien decidió definir algún día, pero que claramente se construyeron para encontrar las maneras de cruzarlos. En un presente que parece obligarnos a sobrevivir, ¿cuáles de esos límites estarías dispuesto a romper para defender ese espacio que vive de sueños?
Cuando el silencio grita el final del principio es tiempo de buscar los caminos que permitan escucharlo.
La extensa cantidad de títulos se limitó hasta alcanzar ese que reflejase la esencia de la novela: "Castillos de Arena". Y en medio de un camino a punto de desaparecer quien sabe hacia donde, con el reloj marcando casi las tres de la mañana hace un par de noches atrás, llegó la última oración con esas armas infalibles, las más peligrosas que nos rodean por su poder ilimitado y sus inminentes consecuencias: las palabras. El punto final en la hoja de la novela solo significó un principio.
Ahora llega el después, el momento de subir aún más la apuesta para llevar la historia más allá de los límites que alguien decidió definir algún día, pero que claramente se construyeron para encontrar las maneras de cruzarlos. En un presente que parece obligarnos a sobrevivir, ¿cuáles de esos límites estarías dispuesto a romper para defender ese espacio que vive de sueños?
Cuando el silencio grita el final del principio es tiempo de buscar los caminos que permitan escucharlo.