Avanza.
De a poco, pero avanza.
Mi segunda novela, que ya superó los 9 meses
de trabajo desde que cerré la idea del eje central de la historia, está cada
vez más cerca de concretarse. La idea original es terminar el año con la presentación,
pero esa es solo una estimación al segundo proyecto más importante de mi vida
relacionado con la escritura.
Más allá de pocos horarios para sentarse relajado a escribir,
la novela se está formando en innumerables viajes en colectivo. El 24 y el 105
son los que más tiempo me permiten volcar la historia en papel. La
relectura para el posterior pasaje a la computadora se hace desear por la falta
de tiempo. Estamos muy lejos de un mundo perfecto donde sea posible dejar de
lado las responsabilidades para sobrevivir y crear nuestro futuro, pero el
punto es sentir, al menos de a poco, que eso se está logrando.
Muchos me están preguntando acerca del tema y
el género. Me resulta complejo establecer uno solo. El que más se enfoca a la idea
es el de ficción utópica. La historia se desarrolla en Buenos Aires, en un
futuro lejano o quizás más cercano de lo que pensamos. La ciudad se ve envuelta
en una imperiosa necesidad de supervivencia por parte de la población debido a una
nueva e impensada ley en el mundo entero como consecuencia de la escasez de
recursos. Me surgen muchas ideas con
respecto al tema, lo que me obliga a releer ciertos capítulos de una historia que
recién está llegando a la mitad. La cantidad de personajes crece día a día, afirmando las relaciones entre ellos.
El proyecto original tiene que ver con una trilogía
que permita acercarnos un poco a lo que somos capaces de hacer cuando nuestra
propia vida está en juego. Quizás
estamos muy seguros de que ciertas acciones y decisiones en el presente nunca van a alcanzarnos en el futuro, cuando en realidad ya
lo están haciendo mientras destruyen lo que tanto nos costó conseguir en el pasado.
¿Estaremos a
tiempo de abrir los ojos y cambiar para no llegar a ese utópico y peligroso futuro?